Pasión, que en carne menuda me cautivas,
¿Acaso es tu vil afán, de mí esconderte?
Abusas del fervor de mis misivas,
pues sabes que su fin es el quererte.
Mi jardín, hoy son tus flores marchitas;
un edén de amor secado en el olvido
de un idilio de derrotas infinitas,
en cuya tierra mi verbo se ha perdido.
Al corazón masoquista que habita mi pecho,
carceleros, tus besos, lo han convencido
que el amar sólo existe si se vive en tu lecho.
Ingenuo, lo entiendo, yo igual he caído.
0 comentarios:
Publicar un comentario