lunes, 11 de noviembre de 2019

El mañana de nuestro pueblo

Ahora, precisamente a esta hora,
cuando el pueblo recae sobre la frágil cama
que cobija al cuerpo abatido en años, balas,
ansias y tanta furia mitigada por el miedo, silencio, 
tortura y soledad.
A esta hora, en que infinitos ojos se cubren
de un manto nocturno que trae la luna, la rutina
y el deseo de un nuevo amanecer.
Ahora que la vista se nubla en un velo
tan humoso como húmedo, tan maldito
como cierto,
tan potente que no deja ver más allá.
Hoy, en que el momento late y palpita muy agudo
e irascible, cual pecho de un joven que corre a su destino,
encabritado como el viento en la montaña queriendo
atravesar su capricho,
casi ecuánime, como el derecho de vivir en paz.
En este instante hermoso en que aguarda la ilusión
del mañana que promete, mas rompe la cordura
aquel destello en la ventana de una luz que no sabe
de auroras, que no sabe de asilos ni clemencia,
que viene del aire en que mandatan los de siempre;
los ilustres, los cobardes, los sin gloria y gallardía,
los macarras, los ineptos, los que no tuvieron lealtad.
Ahora, precisamente a esta hora les pido,
amados compatriotas, adeptos de la patria libre e incorrupta,
en que cerramos nuestros ojos por la noche que cae
o por la indolencia de la fuerza empobrecida y,
aun así, nos vemos más que nunca,
que despierten con convicción y con sentido,
que alcen sus almas, su corazón y todo aquello
inexorable que aún nos pertenece,
que tomen sus manos doloridas y no las suelten,
que miren sus palmas despojadas de lo justo y las empuñen
muy en alto para no verlas más vacías,
para señalar al cruel verdugo que mató al provenir,
para frenar al desvelo en que ha vivido el sueño de libertad,
para acariciar al amigo, a la madre, al rostro que se cubre en la batalla,
al abuelo que no cansa,
para así, juntos, perpetrar nuestra venganza,
nuestra revancha por la herida, por el fuego y la sangre,
por los muertos y sus fantasmas que acompañan el camino,
por la voces que aprendieron a gritar y ya no callan,
por la distancia a la que fuimos sometidos,
por el amor y dignidad -motor de nuestra andanza-
por la justicia y porque nadie, nunca más nadie,
nos separe, 
porque ahora y siempre, no dejemos de luchar.


lunes, 28 de enero de 2019

Nuestra historia de amor

Nuestra historia de amor
es una fábula escrita en el albor
de todo aquello que reverbera
como memoria de algo vivido.
Nos vimos en los juegos,
¿Lo recuerdas?
Cuando mi mamá me columpiaba
bajo el humo de un efímero cigarro;
lo encendía y, mientras él se consumía,
mi vida de niño oropel cobraba un sentido,
nacía la infancia y los bellos momentos,
llegaba la dicha en tan pocos minutos
entre humo, succión y el vuelo
de la vida en un juego.

Y tú, la niña de alma y de cuerpo,
la joven feliz sin saberlo, andando
de paso en paso, surcando el asfalto
camino a la casa color verde agua,
con un asiento y una taza de té
aguardando por ti, y la compañía
de la dulce señora anfitriona;
sentadas, conversando en edades distintas,
mujeres distintas,
atadas a la generosa y compañera femenidad.

Yo estaba ahí,
¿Lo sabías?
Estaba ahí, pues te amé desde mucho antes,
te amé antes que fueras flor y primavera,
antes que las manos hechas trenzas
vivieran como un cabello solitario movido
por el viento,
antes que tu voz y la mía supieran la palabra
y la dijeran,
antes que el corazón latiera, no por biología,
sino por la augusta añoranza de un romance
que aún no llega,
antes que la historia fuera historia,
te amé en la espera sin saber lo que esperaba,
pues nuestra historia nació junto a ese amor,
aquél que llega con pálpito y suspiro,
aquél que anhela en nuestro pecho un poquito
del calor cuando congela,
aquél que sufre con la ausencia de tanta dicha
en un momento como en los juegos y mi madre
o la casa verde agua y la señora con su estela,
nació en la fe de dos niñxs a la espera del destino;
devenir de una historia y un amor tan puro,
tan eterno como el velo en nuestros ojos
del vivir que nos queda.

 
biz.