Cerrar los ojos y existir ahí por un momento,
respirar el aire que estremece hasta el último rincón de mis pulmones oxidados,
caminar en línea recta y subir al quinto,
entrar, abrazarte y que el momento sea eterno.
Espérame ahí, en ese instante,
no muevas nada de aquello que aún veo en mi mente.
Espérame ahí, bonito, que ya vuelvo.
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