Quisiera hablar de tanto en tanto
y de vez en cuando un beso,
cerrara mi boca,
quisiera arrancarme la ropa
y mostrar que soy el juicio
y la condena, y también el corazón
que está siempre en desacato,
pero a nadie le importa,
nadie entiende que es el
pie quien usa al zapato,
y no al revés.
que las manos son manos,
si entre ellas se tocan.
Y como un impulso hecho puño,
me obligo a escribir pues
ya no hay quien escuche,
nadie siente lo que yo he de sentir
¿y cómo hacer, entonces?
Si aunque grite, mi clamor
se funde en el tumulto,
mi canto son palabras que no
existen y mi voz, la bulla del
temor que nadie quiere oír.
Mi soledad frente a las otras,
de a poco se va haciendo eterna,
mi alma va cubriéndose del humo
de sienes que todo lo pudren
y mi mirada va perdiéndose en
el silbido del viento a quien
nadie ve.
Pero aún insisto en esta lucha de ciegos,
quiero sufrir como todo aquel
que osa respirar y así con todos,
sentir,
quiero amarte y que me ames;
¡que nos amemos!
que la desidia del fracaso
del anhelo no nos gane;
contigo, amor, quiero vivir.