En la antesala quedo atado,
y sobrevivo del té blanco,
una magdalena y un par de luces
capaces de ir al ritmo de la música.
De antemano la ansiedad
inventa formas en que pueda
yo mirarte
buscar tantas cosas que suelen
perderse solas por la ajetreada
vida o la fuga de un pensamiento.
En este preludio busco el inicio
de algo que asegure intermitencia,
ausencia conocida o tu presencia
y la mía en una memoria eterna.
Busco una mirada perdida
entre tanto estímulo,
algún cabello que decida volar
de tu cabeza y hacerse greda,
un beso y un instante a solas,
una mano que analice mi mano
con ternura,
y un café tan único como tú;
la excusa perfecta para volverte a ver.
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