"Me despido por si, acaso,
la memoria en la que habito
dejara de latir en imagen o recuerdo,
por si la aurora se olvidara de anunciarme
en los albores del querido gentío,
por si el grito se anudara en la gargante
y ya no fuese más que un último suspiro,
o si las líneas de veredas conocidas
no quisieran que las vuelva a esquivar.
Me despido de la lluvia si no hubiera
ceño que empujara su cause,
luceros perdidos deshielando su tormenta,
o mejilla que le diera su caudal.
Por si el vino acabara o el mantra
de un vaso se fuera rendido y no pudiese
calmar al dolor,
me despido,
o las calles colmaran su ruta de andares
corruptos, vacíos, cegados de absurda ironía,
burlaran sus justas con sangre cobarde,
dejaran al viento anular al respiro,
volviesen al eco un burdo cantar.
En caso que este sueño, como anhelo
cumplido de sus antecesores,
de una vez por todas gane,
me despido,
de las tardes, casi noches,
en los juegos con mi madre,
de su humo y de su voz que forjó mi corazón y mi clemencia,
del cariño incomprendido y fulminante
como un metal que no funde, de mi padre,
de esa velada eterna y que reitera
en certeza y unión a destajo, con mi hermana,
del silencio impoluto y la niñez que anida
en mis deseos, de mi hermano,
de la perfecta audición que aprobaron
mis amigos,
del último beso y clamor del amor que,
al fin, vino,
y de la felicidad que nunca llegó.
Me despido de todo, insisto,
por si acaso,
por si las letras se borraran sin menor aviso,
o los veranos llevaran consigo, al llegar el invierno,
los parajes hermosos
que tanto adoré,
por si la noche albergara un dormir
que ahora sí, no fuese mezquino,
por si esta fuese mi última escena,
mi último ocaso,
mi instante final de pensamiento y sentir
frente a la vida,
me despido con un cigarro y su manto
tan amado de alquitrán y de augurio
imaginario, por si fuera el último,
y ahora sí,
el último que pueda fumar."