martes, 23 de junio de 2020

Vacío

Lóbrego sueño de luna
que vierte la noche en mis ojos
cual penumbra que duerme
al deseo, negándome el alba
que siempre añoro,
y es que tanto te he buscado y
tanto te busco;
te busco en la tiniebla
de la tierra de los sueños,
te busco con mi ímpetu de esteros,
con la fuerza de mis cielos
que no hallan un reflejo ni
en el mar ni en los cristales,
con la fe de aquel que nada sabe,
así, como yo, que no sé,
que no puedo,
que no logro encontrarte.
Ni un atisbo de calor en tus
pupilas de leyendas que hablan
de un romance perdido,
ni un epíteto de amor en
tus palabras que acobardan
a tus labios prohibiéndome sus besos.
Frente a ti
soy como el minuto ansioso
en la espera de sus horas,
como la tarde hecha de anhelos
eternos en lo esquivo del ocaso,
como la rabia de un fuego que no abrasa
y desvanece entre el humo
y las cenizas del olvido.
Y es que eres así,
tan débil como el polvo y la ceniza
abatidos por el viento,
como el incendio temeroso
que se esfuma entre la brisa
que lo alcanza,
como la secularización
de mis latidos aburridos de esta fe
traicionera,
como la agonía de mi sangre que
entre pálpitos cansados,
se pierde en este cuerpo vacío,
pero ese vacío, amor,
ese vacío es quien te espera.

Una mirada

Una mirada, 
sin mucho que decir, 
mas no te miento, 
quisiera que dijese mucho.
Una mirada nada más,
 con eso me conformo.
Una mirada en la que encuentre yo a la mía, 
en la que halle la abundancia del amor 
que huyó contigo y que esperé. 

Una mirada en la que digas 
lo mucho que me quieres y que todo fue un error.
Una mirada en la enseñes a ese amor 
que nos aflora cada vez que el corazón ha de latir.
Una mirada que me muestre con dulzura 
aquellos besos que aún anhelo con dolor.
Una mirada que, cual puente, nos permita reunir.

Propuesta

Cuando se ha caminado tanto,
ha de sentirse el andar un poco más ligero,
más conocido cuando todo obscurece,
un poco más sincero.
Los pies padecen hoy, entonces,
de esa suerte
de sabiduría que nos otorga la vida,
y los nuevos caminos ya son la paz
que nos gobierna,
son la alegría que dejan los miedos
que a lo lejos vemos,
y entendemos las pisadas como un ritmo
de a dos y no de a uno.
Entendemos que el andar de antaño
es la historia vivida que ahí debe quedarse,
sin nunca olvidarla,
y el resto del camino es un trayecto
que no debe hacerse solo,
pues ahí es cuando empieza lo bello,
ahí es cuando apareces en esta nueva biografía
y sé que los pies no son los únicos
que han caminado.
El corazón también camina,
caminó casi tanto como yo en el recorrido
y aprendió de romances, de amores,
de idilios que nunca encontraron destino.
Mas supo esperar y hacerse a la orilla,
supo querer cuando el querer no lo quería,
supo de rostros que anidaron el dolor
y el tormento de aquello ajeno que por mí,
no fue provocado, pero sí sufrido,
al igual que tú,
y aguardó silente a tu llegada,
a esa fanfarria con que hoy suena la vida,
y porque sé que el seguir del camino aún nos convida,
te pregunto:
¿Quieres seguir caminándolo conmigo?

Escrito en la arena

Si te fueras,
si intentaras huir de este cuarto
y de esta cama,
de esta voz mermada por la lluvia 
que atraganta a los lamentos,
de esta ropa pretenciosa de limpieza y sin lugar alguno,
de este faro que no guía y parpadea, envejecido,
a la distancia,
de estos ojos calcinados por la angustia, 
el dolor y el alquitrán.

Si lograras escapar de la fragancia y el correr
de mis manos abdicadas,
de su frío fulgor encarnecido en la paciencia 
de tu ser que le adolece,
de esta suave pasión, dulzona y vehemente 
que te aclama cual sirena posada en la bahía,
de esta lenta y maldita agonía que se vuelve
el respirar.

Si pudieras, de pronto, borrar a la historia
y su infame contienda,
si tan sólo accedieras a esa calma 
que nos llega cuando acaban los tormentos, 
si el flagelo se esfumara en el viento 
nacido en tus labios vestidos de un "basta",
si el romance muriera, dejase de hablar,
cantar, reír, recordar esos bellos momentos,
si el amor terminara con sólo voltear. 

Si te fueras y, en eso, ya no hay primavera,
y esa flor prometida, marchita al andar 
de tus pasos que se alejan,
si te fueras y el sol se eclipsara en un sólo
momento,
y la luz de la aurora soñara que al cielo
se le ha ido la vida,
y la luna vertida se adueña del mundo,
del color, del firmamento,
si te fueras, al fin, cansada de mí,
de la espera, de este eterno y crudo invierno
entendería,
mas te diría, así, ya solo, triste y muerto,
que vieras al mar, a ese ir y volver que 
a la playa no abandona,
a ese por siempre y para siempre escrito en la arena
y recordaras que:
"las olas lo eternizarán"

viernes, 5 de junio de 2020

Cuando la muerte llegue

Cuando la muerte llegue
miraría dos veces a mi espalda,
hacia la puerta,
hacia los cuadros de este hogar,
a la ventana,
preguntaría si es mi turno,
si me sobreviven mi madre
y mis hermanos,
si ya soy digno de tal reconocimiento
o simplemente es un error, de nuevo,
como esa noche en que quiso besarme
esta dama que no duerme ni descansa.
Cuando la muerte llegue
y fuese yo a quien busca,
le pediría que se siente a mi lado,
con música de Charly García sonando
a la distancia,
pondría dos vasos en la mesa y una vela
en su honor;
el de ella tendría mi sangre secándose
en su lecho,
el mío el dulce alcohol que en el dolor
de los andares me enseñó.
Y ahí, mirándonos sin más que certeza
de un fin al que anhelo,
usaría mi voz como no lo hice nunca
y diría que la vida fue una mierda,
aunque sea mentira -o no tanto-
que la infancia me robó la existencia
y que la pena forjó mi corazón,
que Dios fue su infame antagonista,
pero por poco,
pues lo enterré junto a los necios deseos
de feliz esperanza,
que la mentira fue el refugio a la injusticia
y las palabras mi fulgor de libertad,
que los amigos no se elijen,
sino que en el azar de biografías,
uno a uno se encuentran,
que la pasión y la vehemencia
son motor de un camino insospechado,
que la razón es altanera y la paciencia
un bien al que pocos logramos abrazar,
que fui su amigo y la esperé por tanto tiempo,
que me ayudó a vivir y a resistir lo que pudiera,
que la alegría es pasajera
y que el efebo sentir y actuar nunca se acaban,
que este latir siempre fue un niño
y convirtió a las letras en un juego
y a los paisajes revistió de añoranza,
y que el amor, si el tiempo alcanza,
será lo único que, en mí, no morirá.

 
biz.