domingo, 30 de julio de 2017

El hombre y su devenir

El hombre se sumerge en esa pena,
se hunde lentamente
cual piedra lanzada al estanque;
con rabia y miseria,
con la triste condena de no saber nadar.
De lodo es todo el camino,
como una amarga tierra que seca y atrapa sus pasos,
y el polvo son sus átomos, su esencia,
el polvo es cada pedazo
que el viento, de a poco, le intenta arrancar.
El hombre ya no llora ni lamenta lo ocurrido,
pues así son las cosas,
no busca en lo absurdo, respuestas,
ni al romance por tantos y tantos, anhelado,
tan sólo se entrega al último regazo,
al último suspiro absoluto de aquello
que pueda admirar.
El hombre deja el soñar de lado
y entrega al capricho de la luna todas
sus voluntades,
pues ya no quiere pensar que en las noches
la onírica realidad, frente a un alba tortuosa,
se efumará.
Y es que el crepúsculo es esa ilusión traicionera,
esa lóbrega veiledad de penumbra que espera escondiendo en su fin, mañanas
y soles de luz muy austera,
y es que el hombre al ocaso ya no espera,
pues sabe que la noche es tan corta
como la vida,
que la noche es insitir que porfiía al dormir del que todos, algún día, tendrán que despertar.

Diego

Author & Editor

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