lunes, 21 de agosto de 2017

El final del camino

¿Me llevarás contigo al final de tus sueños?
Ahí, donde aparezco cuando la soledad te embarga y no hay corazón que lata más intensamente por ti que el mío, donde habito inapelable y estrepitoso, donde ocupo el lugar de todos tus amores y romances infinitos, donde soy la biografía, la historia, la memoria y todos sus recuerdos,
ahí, donde sigo siendo ese martes de agosto, esa calle mojada y populosa, donde aún te sonrojo en un primer encuentro, donde sigues siendo mi amante inconcluso, mi dolor predilecto, mi obsesión adolescente y caprichosa.
¿Dejarás que vuelva a amarte como aquel entonces?
Amarte con tantas ansias y vehemencia,
con la osadía y locura de aquél que siente el pecho desgarrado y vacío sin el aire y el viento remeciéndolo, sin ese pálpito estruendoso cuando faltas tú.
Amarte como un ser inmenso e impetuoso que no logra ser gigante cuando asoma el fantasma de la ausencia,
como un sol imponente de eternas primaveras, mas que muere de a poco sin tu fuego y sin tu luz.
¿Seamos, sea lo que sea, una última vez?
Y aunque todo termine; seamos, sintamos,
amémonos,
vivamos ese instante cúlmine como un ocaso interminable en el que dos partes se encuentran como bocas uniéndose en un beso, como seres solitarios en busca de su última esperanza, como la ilusión que aún aguarda pese al agrio sabor de su destino.
Seamos los dos en nuestro amor de dolor e intermitencia, seamos, aunque sea ese el final del camino.

jueves, 17 de agosto de 2017

En este lugar

Te miro desde que tomé el bus camino a tu lugar de toda la vida, aquel lugar del que siempre hablas con tanta dicha, con una alegría y emoción que logran embargar a todo quien esté escuchándote, con casi tanta emocion como la que siento yo en este momento al saber que voy camino a tu encuentro.
Te miro pensando cada parte de tu cuerpo, imaginando tu rostro hermoso con cada uno de sus compenentes y detalles, imaginando con especial esmero a tus ojos de luna dormida esperando al ocaso, a tu boca llena de voz oscura y reservada, llena de besos ansiados e indescifrables a los que siempre busco y añoro en el recuerdo, llena de sonrisas tímidas, temerosas, escondidas, llena de un encanto inacabable.
-¿Cómo ha de ser el lugar que te vio nacer, que te hizo mi amor ineludible e infinito?-
Me pregunto mientras veo por la ventana a la carretera asfaltada sucumbir frente a lo majestuoso del campo ingobernable.
Me pregunto qué magia puede tener dicho sitio para llegar a albergar todos mis anhelos y esperanzas, para concentrar en tan sólo un ser, la ganas de querer amar de una manera inconmensurable, loca, inagotable, de querer amar hasta el final de los tiempos.
Entonces llego a mi destino, el bus se detiene y empiezo a oler todos los aromas que construyen al aire que comienzo a respirar, me bajo de él y siento el silencio de un lugar que no grita, que no bota alaridos entre sus calles, que no vierte las palabras como un caos, sino que vive el silencio como la verdad de que no hay nada que decir para poder ser y estar.
Empiezo a ver las casas, las gentes y sus caras de tranquilidad imperturbable, así, como la tuya, empiezo a ver que todo lo que viste a este bello paraje, también te viste a ti y así, ahora, todo cobra sentido.
En este lugar vuelvo a verte tal y como eres, porque observo la esencia de tu origen y, al mismo tiempo, la esencia de lo que aún siento por ti.
En este lugar vuelvo a descubrir el porqué mi voz se apaga cuando te miro, el porqué mi mente se desarma y no logra elaborar ni la más simple de las palabras, descubro el porqué, cuando estoy contigo, todo lo que me rodea se transforma en ti como una fusión de realidad y sentimiento y entonces recuerdo a aquel amor que conocí y nunca me ha dejado, recuerdo al muchacho de los ojos de un negro rotundo e inocente, de una voz blanda y profunda como la tierra mojada por la lluvia, recuerdo a esos labios de cuerpo magestuoso, adictivo, doliente, de unos besos callados y mortales.
En este lugar recuerdo al hombre igual de hermoso que aquello que he descrito de este espacio natural, recuerdo al hombre del que yo me enamoré.

 
biz.