Cada miércoles, como siempre, caminé por ese parque. Recorrí cada trozo de cesped sobre cuál alguna vez nos posamos, respiré profundo el aire que aún vestía de viento y miré atento el andar de los perros y la gente, añorando iluso tu rastro.
Y ahí estaba yo, sentado escuchando el sonido del río, preguntándole a éste: ¿qué error fue el que cometimos? Quizá pensando que el amor se había acabado. Pero ni el río ni nadie respondió, y entonces descubrí que no había error, que no hubo nada entre nosotros que haya sido equivocado, sólo fue que nuestro amor fue tan intenso, que hizo al tiempo andar veloz y no supimos cuándo el fin de aquel sentir había llegado.
sábado, 24 de septiembre de 2016
Cada miércoles
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario