viernes, 5 de junio de 2020

Cuando la muerte llegue

Cuando la muerte llegue
miraría dos veces a mi espalda,
hacia la puerta,
hacia los cuadros de este hogar,
a la ventana,
preguntaría si es mi turno,
si me sobreviven mi madre
y mis hermanos,
si ya soy digno de tal reconocimiento
o simplemente es un error, de nuevo,
como esa noche en que quiso besarme
esta dama que no duerme ni descansa.
Cuando la muerte llegue
y fuese yo a quien busca,
le pediría que se siente a mi lado,
con música de Charly García sonando
a la distancia,
pondría dos vasos en la mesa y una vela
en su honor;
el de ella tendría mi sangre secándose
en su lecho,
el mío el dulce alcohol que en el dolor
de los andares me enseñó.
Y ahí, mirándonos sin más que certeza
de un fin al que anhelo,
usaría mi voz como no lo hice nunca
y diría que la vida fue una mierda,
aunque sea mentira -o no tanto-
que la infancia me robó la existencia
y que la pena forjó mi corazón,
que Dios fue su infame antagonista,
pero por poco,
pues lo enterré junto a los necios deseos
de feliz esperanza,
que la mentira fue el refugio a la injusticia
y las palabras mi fulgor de libertad,
que los amigos no se elijen,
sino que en el azar de biografías,
uno a uno se encuentran,
que la pasión y la vehemencia
son motor de un camino insospechado,
que la razón es altanera y la paciencia
un bien al que pocos logramos abrazar,
que fui su amigo y la esperé por tanto tiempo,
que me ayudó a vivir y a resistir lo que pudiera,
que la alegría es pasajera
y que el efebo sentir y actuar nunca se acaban,
que este latir siempre fue un niño
y convirtió a las letras en un juego
y a los paisajes revistió de añoranza,
y que el amor, si el tiempo alcanza,
será lo único que, en mí, no morirá.

Diego

Author & Editor

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